‘’La razón puede dar lugar a la ciencia, pero sólo el inconsciente puede dar lugar al arte’’, en torno a estas palabras deambula el ideario surrealista, el cual contó con artistas de enorme prestigio y relevancia del panorama artístico español, son el caso de Dalí, Miró y Picasso.
El término surrealista proviene del francés, su significado es sencillo: ‘’más allá de la realidad’’. Así pues, los ingredientes de los que se nutre este movimiento son la impregnación de lo irracional y de lo inconsciente en sus pinceles. Además, se trata de una corriente sin apenas unidad de estilo, dado que difícilmente pueda coincidir el inconsciente de dos personas. En este aspecto, difiere del modus operandi de otros estilos artísticos, pues resultaría inconcebible un gótico sin una rígida estructura de arcos ojivales o un románico sin una secuencia de arcos de medio punto. Sin embargo, al igual que el resto de movimientos artísticos, el nexo entre ideario y características formales de los mismos van siempre de la mano. Por ello, el predominio del mundo onírico, los objetos despejados de su significación tradicional, y las imágenes equívocas con varias interpretaciones posibles son el eslabón esencial del surrealismo.
En cada pincelada se intenta liberar al hombre de toda clase de restricciones mentales, de esta manera, este movimiento respondía de forma contundente a un compromiso político del que Miró fue uno de sus máximos representantes. Su fuerte personalidad y complejidad marcó profundamente cada una de sus obras.
El artista decidió tras el transcurso de la Guerra Civil sumergirse en una resistencia silenciosa al exilio, con la que elaboró una serie de interesantes y simbólicos cuadros que marcaron el periodo dictatorial. En este sentido, su actitud en contra de los totalitarismos así como la defensa por la libertad de expresión tintaron cada una de sus obras. Se trata de un pintor arduamente arraigado en su tierra catalana, donde tuvo la oportunidad de conocer a Gaudí y a Joan Prats.
Al igual que otros muchos artistas de su tiempo, adoptó la pintura como vía de escape, como ese punto en el que converge todo su ideario y que quiere trasladar a una sociedad dominada por el terror y la escasez cultural. En este plano, el artista escapa de los cánones establecidos y da rienda suelta a sus propios sentimientos y pensamientos.
A pesar de ello, no proclamó públicamente su discrepancia con las dictaduras, no militó en ningún partido ni tampoco llegó a identificarse con ningún régimen. El autor fue mucho más astuto que todo ello, se integró en plataformas culturales afines a su ideario.
Algo muy característico del artista son sus creaciones de carteles y portadas cargados de tintes políticos. De esta manera, el cartel más emblemático de Miró y en el que mejor aflora su posición respecto al franquismo es el que en 1937 proclamaba ‘’Aidez l’ Espagne’’. Se trata de un auténtico sello de apoyo al gobierno republicano. En esta imagen, es perceptible un payés con el puño en alto invocando ayuda para conseguir la paz. Además, aparecen bien ancladas todas las señas identificativas y relevantes del auténtico Miró. Se plasma su gusto por los colores primarios, sus signos, así como su caligrafía.
De esta manera, está considerado como un artista en el que la corriente cívica y la instrucción corren por sus venas. Es sin duda un pintor comprometido con la sociedad, y al igual que otros muchos, emplea el pincel y el lienzo para hacer ese ‘’grito silencioso’’ de crítica a la situación política en la que vive.
‘’Entiendo que un artista es alguien que, entre el silencio de otros, utiliza su voz para decir alguna cosa, y que tiene la obligación de que esta cosa no sea algo baldío sino algo que sea útil a los hombre’’, afirmó el pintor.